Fecha: 06 noviembre 2021 21:22
Cada año me pregunto si soy feliz, si estoy donde quiero estar y sino, que puedo cambiar, que me gustaría, adonde quiero poner mi energía y adonde ya no.
Muchas veces ni siquiera podemos responder esas preguntas, muchas otras sabemos las respuestas pero no sabemos cómo lograrlo y existen aquellas mágicas veces que te encontrás exactamente dónde y cómo querés estar.
La prisión que construimos en nuestra mente de lo que creemos que debe ser y lo que no, lo que podemos hacer y lo que no, cómo deben ser inevitablemente siempre las cosas y cómo una utopía, es la que limita el movimiento de nuestro cuerpo, la libertad de nuestras acciones, la expresión de nuestros deseos.
Todo se mueve, vibra, respira, vive, se transforma, cambia y muere.
Todo menos el Ser.
Y el Ser habita este templo sagrado que es el cuerpo para experimentar, aprender, evolucionar, sanar, liberarse.
Para eso están los ciclos.
Responder aquellas preguntas requiere animarnos a mover, salir, cambiar, deconstruir y reconstruir una y mil veces, experimentar, explorar, errar, aprender y sanar, sosteniendonos en un abrazo cálido cuándo el dolor de la transformación aparezca, confiando en nosotr@s cuando el corazón nos guíe.
Y si en el camino nos perdemos, no dejar de caminar, mantener el movimiento que el camino se hace solo al andar.
Dejando atrás lo que haya que soltar, aceptando y fluyendo livian@s y versátiles, agradeciendo y bendiciendo cada paso como una oportunidad.