Fecha: 07 septiembre 2021 20:39
La física cuántica mostró el comportamiento dual de las partículas, en algunos experimentos pueden presentarse como ondas (energía) y en otros como partículas (materia).
Este comportamiento se encuentra en superposición, es decir que la partícula es energía y materia a la vez.
Como nuestra dualidad superpuesta luz y sombra.
Cuando aparece un observador, un elemento de medición por ejemplo, el resultado obtenido corresponde a sólo uno de sus posibles estados, es decir que la intención de medir hace que colapse el comportamiento indeterminado de la onda y la partícula se manifieste como materia con un valor bien definido.
Veamos el famoso experimento del gato y la caja de Schrödinger. Planteó un sistema teórico con una caja cerrada, que en su interior contiene un gato y un veneno que se libera mediante un dispositivo, cuya posibilidad de activarse es el 50%. Es decir que el gato tiene la mitad de chances de sobrevivir.
Cuando finaliza el tiempo, hay sólo dos resultados posibles: el gato está vivo o está muerto. En el lenguaje de la física cuántica está vivo y está muerto, son dos estados en superposición, los dos son igual de posibles.
La única forma de colapsar la cualidad de onda, es decir la indeterminación del estado del gato, es abriendo la caja y definir un resultado. En ese momento el observador interviene y a través de su intención de conocer el estado del gato le da forma, es decir, materializa lo que antes eran solo probabilidades.
Todo se trata solamente de posibilidades, nada está realmente determinado hasta que aparece el observador y su intención de darle una forma, su conciencia es la que materializa su realidad, colapsa la posibilidad de que cualquier cosa pueda suceder en algo concreto, aquel pensamiento emitido.
Los pensamientos también se comportan como energía y materia a la vez, todo lo que pensamos es una energía que tiene su componente material en el mundo que nos rodea, en donde ponemos la conciencia, en lo que esperamos ver, creamos nuestra realidad a través de nuestros pensamientos.
Y todos los pensamientos nacen de la misma matriz por lo que recreamos la realidad constantemente a través de nuestras memorias almacenadas.
Con cada recreación reforzamos esa misma matriz que dará nuevos pensamientos que continuarán creando esa misma realidad, pero son solo probabilidades, es decir que a la vez tenemos la maravillosa indeterminación, la incertidumbre, y es allí donde nace lo nuevo.
Vivimos obsesionados por tener el control de las cosas, conocer el final nos da seguridad. Pero en ese control no hay margen de novedad, de creatividad, de libertad, colapsa la cualidad incierta de la onda con el resultado esperado, disminuye el rango de posibilidades, direcciona siempre en el mismo sentido.
La mayoría de las veces sucede la magia y las cosas salen de nuestro control, podemos frustrarnos y sufrir intentando inútilmente recuperar nuestro pequeño mundo conocido o abrirnos y entregarnos al universo y sus infinitas posibilidades. Es en esa incertidumbre donde tiene lugar el cambio y la evolución.
Entregarnos a la incertidumbre de no saber lo que va a pasar nos regala el ahora, nos regala la posibilidad de que todo pueda pasar.