Fecha: 13 agosto 2021 15:32
Limite mental
Muchas veces nos sentimos atrapad@s en situaciones, en relaciones, sin opciones o herramientas para resolver, para salir, asfixiad@s, sometid@s a los mismos circuitos de siempre.
Sentimos que no podemos hablar de lo que nos pasa, expresarnos sinceramente, comunicarnos desde el corazón, hacer lo que queremos, generalmente por un miedo a la respuesta del otr@, a las consecuencias de nuestras acciones.
Esto nos corre de nuestro eje cuerpo-mente-espíritu, nos lleva a pensar una cosa, sentir otra, decir y actuar de forma incoherente a eso que pensamos y sentimos…y ahí aparece el síntoma alertando nuestro desvío.
Resulta difícil diferenciar entre lo que es real y lo que creemos que es real, la mente recrea escenarios tan vividos que hasta podemos experimentar las emociones en el cuerpo de aquello que estamos pensando, imaginando.
Pero…¿Es real ese pensamiento? ¿Es real que estoy atrapad@ en esa situación, que no puedo cambiar? ¿Es real que no puedo expresar o hacer eso que quiero, que siento?
Cuando empezamos a desconfiar de los pensamientos moldeados por todos los condicionamientos que traemos, la jaula mental comienza a desmaterializarse y eso nos permite vislumbrar nuevas realidades, nuevas posibilidades, nuevos horizontes.
Aprovechar las crisis como oportunidades de cambio es la base de la evolución.
Este confinamiento nos permite revalorizar aquellas cosas naturalizadas: movernos libremente, sentir nuestros pasos al caminar, respirar profundo y comunicarnos sin nada que nos tape la boca, el calor del sol en la piel, los abrazos, los besos, los mates, las compañías, el silencio, la soledad, los espacios, las actividades, el alimento.
Este es un momento en el que se materializa la jaula mental, todo aquello que imaginamos antes, y podemos convertirlo en un recurso, guardarlo en el cajoncito de lo aprendido para cada vez que nos sintamos así, pero no estemos realmente así.
Emancipate de la esclavitud mental recitaba Bob Marley.