Fecha: 23 agosto 2021 17:51
Fui a buscar a mi niña, la mire a sus ojos tímidos y la abrace.
Le dije cuanto lamentaba que se haya sentido no vista ni escuchada, rechazada y excluida, que no haya recibido la valoración y el amor que esperaba.
Le pedí perdón por haber pensado que había algo mal en ella, que tenía que cambiar para adaptarse a la expectativa ajena, esforzarse más para ser amada, integrada y reconocida.
Por haberla expuesto a situaciones incómodas y dolorosas para conseguir esa aprobación.
Le agradecí por su fortaleza, porque gracias a ella hoy puedo pararme en otro lugar.
Hoy puedo verme y escucharme, correrme de los lugares incomodos y dolorosos, dejar de insistir en ser amada y aceptada por el otr@ y poner la conciencia en amarme y aceptarme perfecta como soy.
Dejé de intentar cambiar para adaptarme a los demás y empece a cambiar para adaptarme a mi misma.
Hoy no me interesa cumplir expectativas ajenas, hoy a la única que no quiero defraudar es a mi.
Hoy me alineó conmigo misma, actuó de forma coherente a mi pensar y sentir.
Hoy me amo, me acepto, me cuido, me respeto y me valoro.
Me despedí de mi niña, ella me miró con ojos felices y sonrió.