Fecha: 13 agosto 2021 15:14
Otoño, mi estación favorita.
Durante dos años viví en San Rafael, Mendoza. Tengo muchos hermosos recuerdos de esa experiencia y sin dudas uno de ellos es el otoño.
El otoño en mendoza es un despliegue de colores y texturas por todas partes, los rayos del sol inmenso mezclados con el viento seco, abrazandote el alma, es tan bello que hasta le regalaron una canción.
Para el Ayurveda el otoño es la estación predominantemente Vata, un viento frío, rápido y seco que aumenta el movimiento, el cambio, la sequedad, la irregularidad, tanto en el macrocosmos como en el microcosmos.
Como es afuera es adentro y viceversa, la separación es ilusoria.
Hay muchas formas de equilibrar esta fuerza que en nosotros puede manifestarse como constipación, miedo, ansiedad, insomnio, sequedad en la piel y otros desequilibrios por exceso de viento.
A nivel general sería un tratamiento por el contrario, es decir, alimentos calientes y oleosos, abrigo, oleación en piel, establecer rutinas, pranayamas y ejercicios para aquietar la mente y lubricar las articulaciones.
Lo cierto es que también podemos aprender mucho de la naturaleza y aprovechar la fuerza de cambio que trae este viento.
La vida comienza un proceso hacia adentro, las hojas se secan y caen, se desprende todo lo que ya cumplió su ciclo, regresando a la tierra para reciclarse. Los nutrientes y la energía se distribuyen hacia las partes de la planta que continua la vida en esa forma.
El otoño nos enseña el desapego y la transformación, al igual que el sangrado en el ciclo menstrual donde depuramos el cuerpo y la mente mes a mes.
Momento de introspección, reconocer cuales son las hojas que vamos a soltar para nuestra transformación.
Dejar ir aquello que nos consume energía (pensamientos, relaciones, conductas, actividades) y recircular esa energía hacia aquello que queremos alimentar, que queremos que florezca y de frutos en las siguientes estaciones.
Observar y depurar nuestras sombras, sentir y aceptar morir lo que ya no es afín.